Horas en que la duda se huye, sin regreso, y lleva el corazón, dejando solamente estellas en el camino.
Al borde del abismo lucha la persona que no tiene fuerza para saltar y que tiene ganas de hacerlo.
Ella mira hacia abajo y sólo piensa en las asas que no existirán en sus espaldas.
El viento acalenta su rostro y le hace llenar los ojos con lágrimas que secan antes de caer en sus mejillas.
La boca seca se le esconde un verbo que nunca ha conseguido tradujir en sentimiento.
Mismo con todo el peso que aguanta los hombros, la plenitud de este momento es bella.
La soledad se encarga de aliviar la sensación de vacío.
El siléncio se encarga de quitar las dudas. Las asas se van a existir aunque no las vea.
Salta! Salta! Salta! Libertate de la prisión que no es tuya.
Salta! Salta! Salta!
Alejate de los que no te quieren cerca.
Muestralos que el vuelo es mayor para quien no desiste del sueño de volar.
Salta mientras la verguenza no le quite el coraje y no se lo haga más fuerte que el honor.
Salta pues nadie puede impedirte de hacerlo en el rato que ya estés en el aire.
Alejarse de todo no es huir, es llevarse al extremo.
Alejarse es salir de vacaciones con la esperanza como compañera, conocer la naturaleza de la vida y bailar con la muerte hacia el infinito.
Salta! Salta! Salta!
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